"El niño con el pijama de rayas" y el "Diario de Ana Frank"
He comenzado a leer "El niño con el pijama de rayas" intentando desvelar el por qué de su éxito tan fulgurante creador de tantas expectativas. Su brevedad, concisión, el punto de vista elegido del narrador, el del niño, la elección de un tema eterno, como es el holocausto son alguna de las claves.
Nada más comenzar su lectura recordé "El Diario de Ana Frank". ¿Puede haber conexión?. La hay pero tan sólo por el tema judío porque Ana Frank era consciente de su cautiverio y quiénes eran sus captores.
En "El niño con el pijama de rayas"el protagonista de nueve años, Bruno, está del otro lado, es el hijo del comandante nazi. Se impone una cierta ingenuidad narrativa, de ir descubriendo lo existente al otro lado de la valla cuando llega a la nueva casa, a su nuevo destino, el campo de concentración de Auschwitz.
Es una nueva forma de vivir la historia, en todo caso; quizás en esto radica su novedad, pues enlaza directamnete con la vivencia de la sociedad alemana de la época, que no supieron, ni quisieron o no pudieron evitar el holocausto judío, aunque se desarrollaba no sólo enfrente de sus casas, sino dentro de ellas.
4 comentarios:
Aunque la conexión con el Diario de Ana Frank sea lo primero que se nos ocurra al comenzar a leer El niño con el pijama a rayas, porque ambos relacionan el holocausto con los niños o adolescentes, en mi opinión si buscamos una historia con la que establecer un parecido, esta novela está mucho más cerca de La vida es bella, la película de Roberto Benigni. En ambas, película y novela, el protagonista es un niño que permanece ajeno a la tragedia que tiene lugar a su alrededor.
A mi personalmente me gusta más el planteamiento de la pelicula, en la que un adulto, el padre, deforma la realidad como único medio de alejar a su hijo del horror, que el de la novela, la visión de un niño ingenuo sobre el mismo tema.
¿Quizá el novelista pretende simbolizar la indiferencia de la sociedad de la Alemania nazi ante el holocausto en la ceguera del niño frente a los hechos que le rodean?
Me han llamado la atención los recursos narrativos del autor: la repetición de ciertas frases (llamar siempre al despacho del padre "el lugar donde está prohibido entrar bajo ningún concepto") y cosas así.
También me impresiona la fuerza que el autor consigue imprimir a un elemento inanimado, como es la valla que separa el campo de concentración del resto del espacio, y que consiga que se convierta casi en un protagonista más de la historia. A veces historias bien escritas pueden hacer que rompamos la valla de la indiferencia hacia lo que nos rodea.
He de comenzar confesando que no he leido El diario de Ana Frank y que El niño con el pijama de rayas cayo en mis manos por casualidad, estaba sobre la mesa y lo cogi para ojearlo... al final lo leí de un tirón.
Al principio creí que me encontraba ante una historia similar a La vida es bella pero pronto salí de mi error...
El tono tan exageradamente infantil del libro parece rechinar y alejarnos de la historia y así, al principio, miramos con dureza a Bruno pero creo que el enfretamiento de los diferentes mundos de los dos protagonistas, la aparente inocencia de Bruno y el dolor y los silencios de su amigo, que parece querer protegerle de la realidad y defender con ello su propia dignidad e igualdad ante él(¿a quién le gusta inspirar pena, o acepta ante otro que sufre, reconozcamos que no es habitual en los seres humanos, adultos o no?)... son un buen reflejo de la situación que debió vivirse en la Alemania de aquellos años, y más cerca en el tiempo, en Bosnia, Irak, China, Camboya,... y tantos lugares en los que los campos de concentración y el intento de exterminio del diferente están a la orden del día.
Bruno, a pesar de vivir en un mundo protegido también está aterrado pues olvidamos que es un niño, no un idiota; sabe que algo ocurre pero no lo comprende (¿y quién podría?)y a pesar de su envidiable situación, a pesar del miedo que le produce su padre y los amigos de su padre...no es indiferente y busca...
Socorro Vera
Gracias Ana y Socorro por vuestros comentarios. Es cierto, faltaba la película de Roberto Benigni, "La vida es bella", como referencia de inicio de la lectura del Niño con el pijama de Rayas.
Todas estas obras mezclan una aparente inocencia con la ingenuidad de una mirada infantil ante el Holocausto. En "La vida es bella" el padre desde dentro de la alambrada trata de esconder a su hijo el horror del campo nazi. Por usar un tono de aparente ingenuidad , tanto en la película como "El niño con.." no se pierde gravedad ante el horror nazi. Son formas diferentes de abordar el terror vivido en los campos de concentración. Como bien dices, Socorro, "ser niño no significa ser tonto" y es el mismo horror en Camboya, Irak o en la guerra de la ex-Yugoslavia.
Parte del éxito de esta novela estriba en que aún no hemos entonado suficientemente el mea culpa por el Holocausto o cualquier tipo de guerra o exterminio. Necesitamos que nos expliquen los porqués de la indiferencia colectiva alemana y si seremos capaces de evitar acontecimientos parecidos venideros.
Los recursos narrativos a los que aludes, Ana, son habituales, a mi entender, en la literatura infantil.El uso de Padre, la casa de Berlín, las amigas diabólicas de la hermana nos recuerdan la forma de hablar del mundo que rodea a un niño de nueve años designando conceptos por sus atributos sin entrar en detalles más significativos. El mismo título de la novela responde a este recurso narrativo: no tiene nombre propio porque ejemplariza y representa a todos los que están detrás de la alambrada.
Han transcurrido 63 años y nos sigue impresionando el tema, ya sea desde el pundo de vista de un adulto o desde la trágica e inocente experiencia de un niño.
Al final del libro el autor escribe:"que todo esto , por supuesto, pasó hace mucho tiempo y nunca podría volver a pasar nada parecido. Hoy dia, no".
¿Quiere dulcificar el final como en los cuentos?. J.Boyne sabe perfectamente que ésta tragedia e injusticia se está dando simultaneamente en muchos puntos del planeta.
¿Es una forma de tranquilizar la conciencia del lector? ¿O un recurso para reactivar la pasividad actual que nos rodea?
Cristina Rincón
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