sábado, 20 de junio de 2009

Alejandro Jodorowsky en "El Pato Donald y el budismo zen"

La mentira según Alejandro Jodorowsky en "El Pato Donald y el budismo zen". Delicioso. 

Quisiera citar la epopeya de Gilgamesh. En la tableta once un
inmortal, para probarle Gilgamesh su propia debilidad, le recomienda
que trate de no dormir durante seis días y siete noches. Gilgamesh
cierra levemente los ojos y se duerme. El Inmortal dice a su mujer:
“Mira a este hombre que quiere vivir eternamente y que no es capaz
ni siquiera de liberarse del sueño. Cuando se despierte, va a negar
que se ha dormido porque todos los hombres son mentirosos. Tú le
proporcionarás la prueba de lo contrario. Cada día fabrica un pan y
ponlo al lado suyo”. Al séptimo día, el Inmortal despierta a
Gilgamesh. Este dice furioso: “¡Cómo, apenas entrecierro los ojos un
momento y ya me empujas para despertarme!”. Pero cuando le
muestran los panes, el primero más podrido que los recién
fabricados, Gilgamesh se da cuenta que ha dormido seis días y siete
noches...


Este mentirse a sí mismo lo describe magistralmente Dostoyewski en
“Crimen y Castigo”. Un preso condenado a muerte, quiere dormir
toda su última noche. Se despierta un minuto. En ese minuto se
despierta también un perro que ladra un minuto. Ambos se duermen.
Horas más tarde pasa lo mismo: El preso se despierta un minuto al
mismo tiempo que el perro ladra un minuto. Al amanecer sucede lo
mismo por tercera vez. El preso se despierta en la mañana diciendo
que no pudo dormir porque toda la noche ladró un perro.



El texto entero aquí:
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viernes, 5 de junio de 2009

'Los nadies', Eduardo Galeano

A veces hojeamos libros sólo para recordarlos. Un hallazgo nos recuerda que las personas sencillas, los eternos secundarios también nos enseñan, tienen algo que decir en algún momento:
 
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Los nadies de Eduardo Galeano.
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